Que estés completamente seguro de algo no lo vuelve
verdadero. sólo adoptando una postura de total escepticismo podemos acercarnos
a la verdadera versión de la realidad --que, sin embargo, nunca será definitiva
Vivir en la era de la información muchas veces implica sentirse como una especie de detective amateur en la pista por hacer que los grandes amasijos de data a los que estamos expuestos a diario tengan algún sentido. La información, qué duda cabe, no implica necesariamente conocimiento, y mucho menos, en el caso de las teorías de conspiración, implica conocer la verdadera historia.
Un componente clave de las teorías de conspiración es que existe una persona u organización a la que le conviene probar que es cierta y otra u otras a las que les conviene probar que es falsa. Una teoría conspiratoria no es sino la organización de información que da como resultado una revisión de las versiones oficiales de ciertos eventos en la historia; y como se sabe, son los vencedores quienes desean que su versión de la historia sea la que prevalezca.
El investigador y teórico de la conspiración Rob Ager cuenta con cuidadosos análisis y metodologías no para saber si una teoría de conspiración es cierta o no, sino simplemente para no perderse en los meandros de data cuando tratamos de investigar por nosotros mismos. En How to make sense of conspiracy theories, Ager provee 15 puntos para evaluar cualquier teoría de conspiración; siguiendo su ejemplo, no hemos mencionado ninguna teoría en este artículo, en un ejercicio de absoluta neutralidad teórica.
1. No emitas juicios mientras investigas
Antes de suponer que una teoría de conspiración es cierta o falsa, asegúrate de no hacerte un juicio demasiado pronto; de lo contrario, podrías pasar por alto información relevante que vaya en contra de tu primera impresión. Las teorías de conspiración no son como el amor: la primera vista puede ser un engaño o una trampa.
2. Reúne tanta información como puedas
Llegar a una conclusión objetiva requiere reunir y procesar tanta información como puedas. Esta etapa del proceso puede ser la más tardada cuando se investiga seriamente una teoría de conspiración, pues generalmente estás lidiando (y descartando) los juicios de otros investigadores.
3. Pon atención a los pequeños detalles
Cualquier cambio de fechas, cualquier frase mal consignada por testigos, cualquier interpretación de terceros puede alterar completamente la validez de una teoría de conspiración.
4. Utiliza distintas fuentes, preferentemente no relacionadas entre sí
Algunas fuentes pueden aportar juicios aparentemente concluyentes, pero otras versiones pueden contradecirlas. La diferencia puede ser la interpretación de un pequeño detalle que puede dar lugar a variaciones importantes. Si encuentras un detalle consistente a través de varias versiones de la teoría, sin que sus fuentes estén relacionadas entre sí, probablemente sea un detalle importante o concluyente.
5. Identifica la información repetida (aka Escoge tus fuentes con cuidado)
Muchos medios mainstream regurgitan la misma información una y otra vez (lo que en la jerga periodística se llama “revolcar al gato”), copiando o refraseando la fuente primaria. El peligro de la información de segunda o tercera mano es que la repetición puede alterar la presentación. Sin embargo, las fuentes originales de información tampoco deben tomarse por concluyentes, pues las segundas y terceras versiones también pueden servir para corroborar y refutar los errores de la primera (en general, hay que aplicar el mismo mecanismo de escepticismo y sospecha en cada fase de la investigación).
6. No demerites ninguna fuente de información
Un esquizofrénico es testigo de un choque de autos y te da los pormenores; el hecho de que sea esquizofrénico no convierte al choque de autos en una alucinación. En otras palabras, las personas inteligentes, carismáticas y balanceadas pueden dar información incorrecta (incluso sin saberlo) y gente que parece desorganizada o impulsiva puede dar justo en el blanco. No juzgues a un informador por su corte de pelo. Esto es fundamental.
7. No hay tal cosa como una fuente confiable
“Fuente confiable” suele referirse a fuentes académicas, investigadores de prestigio, instituciones gubernamentales y medios “reconocidos”. Las “fuentes confiables” son simplemente un atajo para evitarnos buscar la fuente original y comparar las diferentes versiones, pero existen numerosos ejemplos históricos en que investigadores, organizaciones y fuentes reconocidas fallan en un sencillo detalle que los desacredita completamente. Un trabajo cuidadoso por parte del investigador puede cortar de tajo una cadena de malentendidos, que en ocasiones se perpetúan durante años a través de la reproducción ciega de una “fuente confiable”.
8. Ignora las “cascadas de persuasión”
Puesto en términos simples, el que mucha gente crea algo no vuelve a ese algo cierto. Mucha gente puede estar equivocada pero suponer que está en lo correcto. Los rumores y la diseminación de versiones oficiales convenientes pueden dar la apariencia de verdad a algo que no lo es, pero una mentira repetida ad nauseam no se transforma en una verdad.
9. Contexto adecuado
Una imagen, una cita, una frase fuera de contexto puede dar una imagen y un sentido completamente falso e inadecuado a un conjunto de información. Algunos segundos de un largo discurso pueden ser usados en contra del orador. Los detalles circunstanciales, fechas vagas o nombres mal escritos pueden implicar la reproducción ciega de un error.
10. Una declaración no es una prueba
Nuestra realidad perceptual está basada en oraciones declarativas, como esta. Cuando alguien nos dice que “sin lugar a dudas” X o Y, tendemos a creer que X o Y simplemente porque así funciona el lenguaje. Si tu pareja sentimental llega a casa y te platica sobre su día, probablemente no tengas por qué dudar de lo que te cuenta. Pero tu pareja sentimental (suponemos) es alguien en quien puedes confiar; y para investigar una teoría de conspiración es necesario asumir que no puedes confiar ciegamente en las fuentes de información, al menos no en el sentido en que puedes confiar en tu pareja o tus amigos.
11. Nunca confíes 100%
Siempre deja un pequeño margen para la posibilidad (incluso estadística) de que algo pueda cambiar de verdadero a falso o visceversa. Desde el momento en que cierras la posibilidad psicológica de que las cosas puedan no ser como crees que son estás a merced de la contingencia de los eventos. A la realidad le gusta dar sorpresas.
12. Evita caer en la trampa de los gurús
Para Ager, este punto es una variación del “no hay tal cosa como una fuente confiable” aplicado a las personas. Existen investigadores, páginas, medios e instituciones que se forjan una reputación, pero que fácilmente pueden ser colocadas en un pedestal de confianza. Expresar respeto e incluso admiración por estas personas o instituciones no tiene nada de malo; el problema es creer ciegamente en lo que dicen sin pasarlo por el tamiz de tu propia conciencia. El peligro de creer ciegamente en una fuente es que puedes convertirte sin quererlo en fanático; y un fanático, por definición, es alguien que ha perdido la capacidad de cuestionar.
13. Utiliza apoyos visuales para organizar información
Cuando tu corpus de data sea considerable, probablemente necesites aplicar recursos metodológicos como cronologías, mapas mentales, listas, categorizaciones y otras formas de organización de información. En ocasiones pasa que una forma de analizar y organizar información no es la apropiada para ti, por lo que hay que buscar otra; o por el contrario, una forma que te sirve a ti no es la más adecuada para hacer que tu data tenga sentido. El arte de la sospecha es un arte de la meticulosidad.
14. No simplifiques tus conclusiones
“Olvídate de la navaja de Occam”: la idea de que una explicación simple es preferible a una compleja es conveniente para ayudarte a entender algo a corto plazo, pero no sirve para organizar una realidad. La realidad es, por definición, compleja, múltiple, variante. Simplificar en exceso puede hacerte parecer muy listo, o darle a enunciados equivocados la apariencia de verdad, y la necesidad patológica de tener la razón también puede jugarte en contra. En la búsqueda de la verdad debemos estar listos para aceptar que nuestros juicios pueden ser equivocados o parciales, que nuestras elecciones pueden ser irracionales, que nuestras explicaciones pueden estar basadas en información falsa, y que una conspiración puede ser más compleja de lo que unas pocas conclusiones (que, de hecho, podrían nutrirse de nueva información a lo largo del tiempo) pueden dar cuenta.
15. Familiarízate con la psicología del crimen, la corrupción, y las jerarquías sociales, corporativas, legales y políticas
Ager concluye:
Las teorías de conspiración a menudo se presentan bajo la premisa de que grupos de personas secretamente se sientan y acuerdan abiertamente entre ellos planear y ejecutar un gran crimen, sabiendo conscientemente que lo que hacen es completamente inmoral y completamente al tanto de que la gente sufrirá en consecuencia. La premeditación de esta naturaleza ciertamente puede ocurrir, los robos de bancos cuidadosamente planeados, por ejemplo, pero una parte esencial de la psicología criminal es que muchos criminales no se ven a sí mismos como criminales sino como víctimas, y que rara vez piensan en sí mismos como malvados.
Un grupo de ladrones de banco pueden considerar que un gran banco es una organización criminal que merece ser robada y que, bajo esa premisa, su propio crimen es justificable.
Un asesino vigilante puede surgir a causa de la frustración o de cómo las autoridades lidian con los criminales.
Y un gobierno puede considerar que matar la credibilidad de un régimen particular a través de la desinformación es un paso necesario para aplicar una política externa que el público, si estuviera al tanto, no aprobaría.
En ocasiones, el comportamiento criminal está genuinamente alimentado por ideas positivas pero mal encaminadas, pero también está en la naturaleza humana mentirnos a nosotros mismos acerca de la nobleza de nuestras intenciones. Esto aplica incluso para las personas más inteligentes, y es especialmente cierto para las pandillas criminales y regímenes tiránicos. Los miembros de tales grupos reforzarán la ilusión de moralidad de los demás de maneras complejas, acuñando justificaciones convenientemente fraseadas y ciñéndose a ellas hasta el punto en que de hecho las creen a un nivel consciente.A